El mundo del marketing en general muchas veces no está bien visto. Eso de que nos lleguen e-mails o correos electrónicos con publicidad todos los días de numerosas empresas es algo que, por lo general, detestamos. En ocasiones incluso los consideramos como “correos basura” o “Spam”. Claro que en este caso partimos de la base de que estamos mirándolo desde el punto de vista del usuario de pie de calle y no del cliente que contrata el lanzamiento de la campaña.

Y es que el e-mail marketing es una de las múltiples estrategias de mercadotecnia que tienen los comerciantes para aumentar la venta de sus productos o potenciar al máximo sus servicios, al captar el usuario final (cliente de la empresa que nos contrata a nosotros para llevarle a cabo la campaña de e-mail marketing) este correo como forma de fidelización y entrega por parte de su marca, entre otras cosas.

Para entendernos mejor, podría decirse que en nuestros servicios de E-mail marketing existen tres perfiles profesionales: el de la empresa que contrata la campaña (nuestro cliente); el de los comercios, clientes de la que nos ha contratado (clientes finales); y el de la nuestra propia que es la que diseña y lanza la estrategia.

Nosotros como marketeros debemos asegurarnos de hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible, aunando esfuerzos que posibiliten la idea de dejar satisfecho tanto a nuestro cliente como al resto de usuarios finales para los que va dirigida la estrategia. El problema está en que para obtener buenos resultados hay que realizar también una buena campaña de marketing, así como conseguir que esta sea capaz de atraer y agradar lo suficiente al público como para que este se muestre interesado en aquello que tratamos de venderle.